DEVOTO EJERCICIO DEL SEPTENARIO. DÍA TERCERO

DEVOTO EJERCICIO DEL SEPTENARIO
que la REAL HERMANDAD DEL SANTÍSIMO SACRAMENTO consagra en honor de su venerada Titular NUESTRA SEÑORA DE LOS DOLORES
ORACIÓN PREPARATORIA
Dolorosísima Virgen María, que con palabras llenas de amargura me llamáis, para que compasivo contemple lo acerbo de vuestros Dolores, y experimente dichoso lo sumo de vuestras misericordias. Dignaos alumbrar mi entendimiento y mover mi voluntad, para que, empleado devotamente en la compasión de vuestras penas y en la viva contrición de mis culpas, merezca hacer dignamente a Dios este servicio, y a vos este obsequio, y conseguir lo que os pido en este Septenario, si ha de ser para mayor honra divina, gloria vuestra y bien de mi alma. Amén.
DÍA TERCERO
EL NIÑO PERDIDO
Uno de los Dolores más terribles que padeció la Madre de Dios, en el decurso de su vida, fue, sin duda, cuando tuvo perdido tres días a su Dulcísimo Hijo.
María Santísima había subido a Jerusalén, según costumbre, a celebrar la Pascua, en compañía de Jesús y del glorioso San José; y “acabada la fiesta –dice San Lucas- se volvían los Santísimos esposos a Nazaret; pero el Niño se quedó en la ciudad sin que sus padres lo advirtiesen, y creyendo ellos que estaba con los de la comitiva, anduvieron camino de un día. Mas habiéndose reunido todos, como no estuviese allí, se volvieron sus padres a Jerusalén para buscarle”.
Considera cuál sería en este caso imprevisto, la aflicción y congoja de Nuestra Señora, ya que su amor maternal era mayor que el de todas las madres juntas. Además, Jesús era todo para Ella, la vida de su vida, su amor, su tesoro y todo su bien. Por eso la afligida Madre ya no descansa, vuelve presurosa a la ciudad, pregunta por todas partes, y “al cabo de tres días” de mortales angustias, “lo halla en el templo del Señor”.
¡Qué ejemplo para ti, oh cristiano que tantas veces has perdido a Dios por el pecado! Aprende pues de esta Madre Dolorida a llorar la ausencia de Jesús, cuando tengas la desgracia de perderlo por la culpa, y a buscarle sin dilación en el Santo Tribunal de la penitencia.
PRIMER DOLOR
La profecía de Simeón
Os compadezco, ¡oh Virgen Dolorosa!, por la aflicción que vuestro tierno Corazón padeció en la profecía del santo anciano Simeón. Madre bendita, por vuestro Corazón tan afligido, alcanzadme la virtud de la humildad y el don del santo temor de Dios.
Dios te salve, María...
SEGUNDO DOLOR
La huida a Egipto
Os compadezco, ¡oh Virgen Dolorosa!, por las angustias que sufrió vuestro sensibilísimo Corazón en la huída a Egipto y en la permanencia en esa tierra idólatra. Madre bendita, por vuestro Corazón tan angustiado, alcanzadme la virtud de la liberalidad, especialmente para con los pobres, y el don de piedad.
Dios te salve, María...
TERCER DOLOR
El Niño Dios perdido
Os compadezco, ¡oh Virgen Dolorosa!, por las congojas que sintió vuestro cuidadoso Corazón en la pérdida de vuestro Divino Hijo Jesús. Madre bendita, por vuestro amoroso Corazón tan angustiado, alcanzadme la virtud de la castidad y el don de ciencia.
Dios te salve, María...
CUARTO DOLOR
La cruz a cuestas
Os compadezco, ¡oh Virgen Dolorosa!, por la consternación que sintió vuestro maternal Corazón, al encontrar a Jesús cargado con la cruz. Madre bendita, por vuestro amoroso Corazón tan atormentado, alcanzadme la virtud de la paciencia y el don de fortaleza.
Dios te salve, María...
QUINTO DOLOR
Crucifixión de Jesús
Os compadezco, ¡oh Virgen Dolorosa!, por el martirio que padeció vuestro generoso Corazón, presenciando la agonía de Jesús, vuestro Hijo y nuestro adorable Redentor. Madre bendita, por vuestro Corazón tan martirizado, alcanzadme la virtud de la templanza y el don de consejo.
Dios te salve, María...
SEXTO DOLOR
Descendimiento de la cruz
Os compadezco, ¡oh Virgen Dolorosa!, por la herida que sufrió vuestro piadoso Corazón, con la lanzada que abrió el costado de Jesús y al recibirlo muerto en vuestros brazos. Madre bendita, por vuestro corazón así traspasado, alcanzadme la virtud de la caridad fraterna y el don de entendimiento.
Dios te salve, María...
SÉPTIMO DOLOR
Sepultura de Jesús
Os compadezco, ¡oh Virgen Dolorosa!, por el pasmo que vuestro amantísimo Corazón experimentó en la sepultura de Jesús. Madre bendita, por vuestro desolado Corazón, alcanzadme la virtud de la diligencia y el don de sabiduría.
Dios te salve, María...
Madre llena de aflicción,
de Jesucristo la llaga,
graba en mi corazón.
Pídase la gracia que se desee alcanzar en este Septenario.
ORACIÓN FINAL PARA TODOS LOS DÍAS
¡Oh Virgen Dolorosa y amantísima Madre mía! Con razón os llama la Iglesia Reina de los Mártires y compara vuestra alma a un mar amargo. Confieso que yo soy la causa de vuestro dolor, quien despiadado ha ofendido tantas veces a vuestro Hijo y mi Señor Jesucristo. Miradme, Señora, con ojos de misericordia; aumentad mi amor a Jesús, y que el recuerdo de vuestros Dolores me aleje para siempre del pecado. Bendecid a la Santa Iglesia, proteged a vuestra nación, amparad a la juventud, convertid a los pecadores y hacednos a todos dignos de las promesas de Jesucristo. Amén.

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