CICLO DE FORMACIÓN “APOSTOLADO EN STREAMING”


Hoy toca… SOMOS IGLESIA

ESCRITO POR NUESTRA PRIOSTE Y CAMARERA INMACULADA BONILLA GUERRERO




PRESENTACIÓN DEL SEÑOR 


Hemos celebrado esta semana la Fiesta de la Presentación del Niño Jesús en el Templo y Purificación de la Virgen María, la Fiesta de la Candelaria.

Cuarenta días  después del nacimiento de Jesús, y transcurrido el tiempo de purificación de una madre tras dar a luz, según la ley de Moisés, acudieron José y María  a presentar al niño  para ser consagrado al Señor. Había en el templo un hombre bueno y profundamente religioso llamado Simeón, quien  lo tomó en brazos y bendijo a Dios diciendo: «Ahora, Señor, según tu promesa, puedes dejar a tu siervo irse en paz. Porque mis ojos han visto a tu Salvador, a quien has presentado ante todos los pueblos: luz para alumbrar a las naciones y gloria de tu pueblo Israel». Después bendijo a José y María y le dijo a ella: «Éste está puesto para caída y elevación de muchos en Israel, y para ser señal de contradicción – ¡y a ti misma una espada te atravesará el alma!– a fin de que queden al descubierto las intenciones de muchos corazones». (Primero de los siete dolores de la Virgen María “La Profecía de Simeón”)

En la Presentación de Jesús, María realmente ofrece en sacrificio a su hijo, al verdadero Cordero que deberá redimir a la humanidad, y a su vez recibe el anuncio  de un futuro de sufrimiento asociada a su Hijo. La Fiesta de la Candelaria es la fiesta de la fe, de la consagración del creyente a Dios. Se conmemora el reconocimiento de Jesús como la Luz del Mundo y se revela el destino doloroso y la entrega abnegada de María.

María es el espejo en que mirarnos, el ejemplo de generosidad y amor incondicional, guía para la vida del cristiano. Los creyentes debemos aprender a vivir consagrados a Dios, a liberarnos y purificarnos de las cosas superfluas, del materialismo, del pecado, a afrontar los contratiempos y la enfermedad confiando en Dios. Aprender a vivir una manifestación de fe diaria, en el trabajo, en la calle, en nuestra comunidad, nuestra parroquia  y en nuestra familia, mostrando amabilidad y respeto, tendiendo una mano, acompañando y escuchando, prestando ayuda a quien lo necesita, y en definitiva amando al prójimo. Los cristianos estamos comprometidos con Dios desde que recibimos la fe y el bautismo, comprometidos con el Amor.

Comentarios

Síguenos en Twitter y Facebook: