Homenaje a nuestro hermano Vicente Díaz Ceballos

Atendiendo a las muchas solicitudes pidiendo que se publicasen aquí las palabras que nuestro hermano Manuel Jesús Bonilla Jiménez pronunció en la comida de convivencia con la Hermandad de Jesús Nazareno, dirigida especialmente a nuestro hermano D. Vicente Días Ceballos, reproducimos aquí el texto integro:
"Antes que nada, quiero dar las gracias a mi Hermano Mayor por haberme pedido que fuera yo quien hoy le dedicara unas palabras a Vicente y a todos ustedes. Lo hago con mucho gusto, porque supone para mí un honor. Gracias Manolo.

Pero antes de dirigirme a Vicente, permítanme que le robe unos instantes de protagonismo para comentarles algo que también considero necesario, y que, les pido que sepan entender y perdonar mi atrevimiento.
Este que les habla, tuvo la suerte de ocupar el cargo de Hermano Mayor de mi Hermandad, algo que nunca busqué y que intenté llevar adelante como mejor pude, de la misma forma que ahora trabajo en la Junta actual, o donde mi Hermandad me lo pida o más falta haga. A lo largo de un mandato se hacen cosas, unas salen mejor y otras peor, unas se recuerdan más y otras menos. En mi caso, una de las cosas que recuerdo felizmente fue la de haber contribuido a crear el evento que hoy nos convoca: esta jornada de convivencia, tan sencilla como necesaria. Y digo contribuir porque quién realmente ideó, propuso y dio cuerpo a la idea fue el Hermano Mayor de la Hermandad de Jesús, mi querido y respetado Juanmi, que fue quien me planteó el proyecto que ya cumple 6 ediciones.
Y hoy, cuando tus días como Hermano Mayor ya también van llegando al ocaso, no quisiera que dejaras el cargo sin llevarte el merecido reconocimiento de todos los aquí presentes. Gracias Juanmi, en nombre de las dos hermandades.
Y a tu Hermandad de Jesús le pido, como he hecho en la mía, que, aunque sólo sea por honrar tu memoria como Hermano Mayor, siga apoyando este acontecimiento, que no se deje llevar por quienes intenten torpedearlo, que de todo hay en todos sitios, que los árboles de la discordia, no les impidan ver el gran bosque de la paz y la Hermandad. En nosotros está perpetuar la memoria y seguir haciendo, de verdad, HERMANDAD.


D. Salvador, hoy ha recibido el merecido reconocimiento de su Hermandad Jesuita, motivo central de su presencia aquí. Pero la Hermandad Sacramental también quiere hacerle entrega de un humilde recuerdo de este acto, porque Salvador fue uno de los pocos hermanos fieles que conservaba la Hermandad Sacramental cuando se fusionó con la de los Dolores, y sigue como hermano. Enhorabuena por tu fidelidad; mucho se ha hablado, y se habla, de la antigua Hermandad Sacramental, pero lo cierto fue que la Hermandad se fue apagando en sí misma y en medio del silencio de casi todos, perviviendo sólo gracias a la fidelidad de personas como Salvador y, finalmente, a la fusión, costosa en lo económico y en lo administrativo, con la Hermandad de los Dolores, lo que ha permitido que la festividad del Corpus Christi y el culto al Santísimo Sacramento recobren la pujanza y el esplendor de antaño en nuestro pueblo. Gracias Salvador, por tu fidelidad y tu ejemplo.




Nuestra Hermandad quiere hoy homenajear a D. Vicente Díaz Ceballos, nuestro Vicente “el corneta”.
Natural de Aznalcazar, casó en El Viso con Carmen “la Troncona”, que le ha dado 7 hijos, a los que crió con cariño y dedicación; hortelano y albañil muchos años, junto con sus compañeros Manolo “el malascarnes” y Jesús “el lámpara”; amigo de sus amigos, solidario, afable y buen conversador en tertulias en torno a un vaso de vino con sus amigos Sebastián Jarina, Pepe “el de las bombonas” o Carlos “el marqués”; cazador por afición, con su fiel “Fortuna”, compañera de andanzas campestres desde las angarillas de su moto.
Creyente, aunque vaya poco a la Iglesia, y devoto fidelísimo de su Virgen de los Dolores, a la que empezó a sacar como costalero allá por 1968, junto con sus amigos y compañeros hortelanos.

Vicente ha sido una más de los muchos hermanos costaleros que han sacado, y siguen sacando, a la Virgen de los Dolores; como costalero, uno más de tantos, pero como devoto sincero y capacitado para transmitir ese sentimiento ignoto que todos vemos pero que pocos saben explicar, pocos como él. Devoto pasional hasta la extenuación, con la misma intensidad con la que siente a la Virgen, transmite ese sentimiento, ya sea bajo las trabajadoras, o, como estos últimos años, contemplándola en su paso.
Para muchos jóvenes, Vicente, has sido un referente cuando cada Viernes Santo te vemos delante o al lado del paso de la Virgen, allí ante el coro, con Jarina, Capote, y los que siempre os colais en la Iglesia abarrotada porque nadie tendría autoridad suficiente para impedirlo… y allí te vemos, casi siempre emocionado, y con los ojos encendidos, sino derramando lágrimas ante el paso de la Virgen, como espejo humano donde se reflejase el llanto inigualable e inagotable de la Dolorosa.
Y es que si alguien dice que pocas imágenes lloran como la Virgen de los Dolores, pocos hombres lloran por la Virgen como tú, Vicente; porque llorar, por la Virgen, es cosa de hombres,… de hombres buenos, sinceros y fieles,… de hombres que, como tú, sois capaces de explicar, sin decir nada, qué es la devoción y la esperanza.
Tengo que confesar que, yo mismo, desde el anonimato del antifaz negro, o tras la celada calada de la canastilla del paso del Cristo el Amor, me he recreado en tus lágrimas, te he visto llorar a la Virgen, y he aprendido y gozado como si leyera el Evangelio Doloroso visueño; he asaltado impunemente la intimidad de unas lágrimas, para empezar a comprender lo que no se puede explicar, ni mucho menos entender por quienes pisotean la historia y el sentir de los mayores.

Al homenajearte a ti, Vicente, rendimos homenaje también a lo que tú representas: al sentimiento sencillo y fiel, a la historia costalera y a la entrega apasionada, a quienes no saben… pero sienten, y, sobre todo, a quienes saben transmitir el sentir y la devoción dolorosa de la forma más humilde y sincera, tan sólo con unas lágrimas… lágrimas que como la cera que gotea de los cirios marcará un reguero de devoción, lagrimas que al contrario que la cera que tiñe las calles, nadie podrá borrar, y permanecerá en el suelo de la Iglesia para ser testigo de tradición y simiente de devoción.

Te entregamos nuestro reconocimiento, Vicente, pero a cambio te pedimos que sigas llorando a la Virgen, que la sigas queriendo y que ella interceda para que como tu le pides cada Viernes Santo, “Dios quiera que el año que viene, y muchos más, vuelvas a estar a su lado”.

Y ya, antes que nuestro Hermano Mayor te haga entrega de un recuerdo de este merecido homenaje que te tributa tu Hermandad, junto con nuestros hermanos el Convento, permíteme que te diga estas últimas palabras:

Cuantos años la llevaste,
Entre gentes de las huertas,
Que no llevaban costales
Y que solo les bastaban
El corazón y la sangre.
Debajo de cualquier palo,
En el sitio que faltase,
Que hasta a tu hija Vicenta
De costalera enganchaste.

Cuanto coraje le echaste,
A la voz del capataz,
Paseando por las calles
El palio que hasta le sobra
La plata, las flores y el arte,
Porque todo lo llena Ella,
La que tenemos por Madre,
La Virgen de los Dolores,
De la que tú te enamoraste,
Y que tanto la quisiste
Que cuando el costal dejaste
Después de tantos años
De llevarlo sin quejarte,
La Virgen te enseñó a llorar,
Como Ella sólo lo hace.

Y por eso el Viernes Santo
Emociona el contemplarte
Llorar delante del paso,
O por El Viso en cualquier parte,
Al son de las bambalinas,
Los repujados varales,
El manto de las palomas
O de la cera que ya arde.

¡Cómo llora Nuestra Madre,
Como se le rompe el alma
y el corazón se le parte!
Cuanto dolor se derrama,
En medio de tanto arte.

Ni pregones, ni poetas,
supieron, Madre, cantarte,
ni la música, ni saetas,
pudieron expresarte,
ni una parte ni completa,
lo que solo saben decir
los lágrimas del Corneta".

Comentarios

Anónimo ha dicho que…
¡Ole!
Anónimo ha dicho que…
!Ole¡

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