DEVOTO EJERCICIO DEL SEPTENARIO. DÍA SÉPTIMO

DEVOTO EJERCICIO DEL SEPTENARIO que la
REAL HERMANDAD DEL SANTÍSIMO SACRAMENTO consagra en honor de su venerada Titular NUESTRA SEÑORA DE LOS DOLORES
ORACIÓN PREPARATORIA
 Dolorosísima Virgen María, que con palabras llenas de amargura me llamáis, para que compasivo contemple lo acerbo de vuestros Dolores, y experimente dichoso lo sumo de vuestras misericordias. Dignaos alumbrar mi entendimiento y mover mi voluntad, para que, empleado devotamente en la compasión de vuestras penas y en la viva contrición de mis culpas, merezca hacer dignamente a Dios este servicio, y a vos este obsequio, y conseguir lo que os pido en este Septenario, si ha de ser para mayor honra divina, gloria vuestra y bien de mi alma. Amén.
DÍA SÉPTIMO
SEPULTURA DE JESÚS
 “Y en aquel lugar donde fue crucificado –narra San Juan- había un huerto, y en el huerto un sepulcro nuevo, en donde pusieron el cuerpo de Jesús”.
 Vuelve con la consideración, alma cristiana, al monte Calvario, y acompaña a la Santísima Virgen en su séptimo Dolor. Había llegado la hora de dar sepultura al Redentor, y María, con heroica serenidad y fortaleza, se desprende del Divino tesoro; lo toman en hombros los santos varones, y la desolada Madre, asistida de las piadosas mujeres y del discípulo Juan, le acompaña hasta el sepulcro, donde deja encerrado, con su Divino Hijo, su Corazón maternal.
 Considera, oh cristiano, si cabe para la afligidísima Madre, mayor aflicción, que dejar depositado allí el cuerpo sacratísimo de su Hijo. Quizá entre todos los Dolores de María no hubo uno que, ni por el cúmulo, ni por la intensidad del padecer, pueda equipararse a éste, María quedaba sola sin su Hijo, y éste era su mayor Dolor. Pero, Madre nuestra desde el Calvario, más que su propia soledad, sentía la futura de aquellos sus hijos que, después de vivir apartados de Dios, serán condenados eternamente.
PRIMER DOLOR
La profecía de Simeón
Os compadezco, ¡oh Virgen Dolorosa!, por la aflicción que vuestro tierno Corazón padeció en la profecía del santo anciano Simeón. Madre bendita, por vuestro Corazón tan afligido, alcanzadme la virtud de la humildad y el don del santo temor de Dios.
 Dios te salve, María...
SEGUNDO DOLOR
La huida a Egipto
 Os compadezco, ¡oh Virgen Dolorosa!, por las angustias que sufrió vuestro sensibilísimo Corazón en la huída a Egipto y en la permanencia en esa tierra idólatra. Madre bendita, por vuestro Corazón tan angustiado, alcanzadme la virtud de la liberalidad, especialmente para con los pobres, y el don de piedad.
  Dios te salve, María...
TERCER DOLOR
El Niño Dios perdido
 Os compadezco, ¡oh Virgen Dolorosa!, por las congojas que sintió vuestro cuidadoso Corazón en la pérdida de vuestro Divino Hijo Jesús. Madre bendita, por vuestro amoroso Corazón tan angustiado, alcanzadme la virtud de la castidad y el don de ciencia.
 Dios te salve, María...
CUARTO DOLOR
La cruz a cuestas
 Os compadezco, ¡oh Virgen Dolorosa!, por la consternación que sintió vuestro maternal Corazón, al encontrar a Jesús cargado con la cruz. Madre bendita, por vuestro amoroso Corazón tan atormentado, alcanzadme la virtud de la paciencia y el don de fortaleza.
 Dios te salve, María...
QUINTO DOLOR
Crucifixión de Jesús
 Os compadezco, ¡oh Virgen Dolorosa!, por el martirio que padeció vuestro generoso Corazón, presenciando la agonía de Jesús, vuestro Hijo y nuestro adorable Redentor. Madre bendita, por vuestro Corazón tan martirizado, alcanzadme la virtud de la templanza y el don de consejo.
 Dios te salve, María...
SEXTO DOLOR
Descendimiento de la cruz
 Os compadezco, ¡oh Virgen Dolorosa!, por la herida que sufrió vuestro piadoso Corazón, con la lanzada que abrió el costado de Jesús y al recibirlo muerto en vuestros brazos. Madre bendita, por vuestro corazón así traspasado, alcanzadme la virtud de la caridad fraterna y el don de entendimiento.
 Dios te salve, María...
SÉPTIMO DOLOR
Sepultura de Jesús
 Os compadezco, ¡oh Virgen Dolorosa!, por el pasmo que vuestro amantísimo Corazón experimentó en la sepultura de Jesús. Madre bendita, por vuestro desolado Corazón, alcanzadme la virtud de la diligencia y el don de sabiduría.
 Dios te salve, María...
Madre llena de aflicción,
de Jesucristo la llaga,
graba en mi corazón.
Pídase la gracia que se desee alcanzar en este Septenario.
ORACIÓN FINAL PARA TODOS LOS DÍAS
 ¡Oh Virgen Dolorosa y amantísima Madre mía! Con razón os llama la Iglesia Reina de los Mártires y compara vuestra alma a un mar amargo. Confieso que yo soy la causa de vuestro dolor, quien despiadado ha ofendido tantas veces a vuestro Hijo y mi Señor Jesucristo. Miradme, Señora, con ojos de misericordia; aumentad mi amor a Jesús, y que el recuerdo de vuestros Dolores me aleje para siempre del pecado. Bendecid a la Santa Iglesia, proteged a vuestra nación, amparad a la juventud, convertid a los pecadores y hacednos a todos dignos de las promesas de Jesucristo. Amén.

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